La poderosa influencia de un padre sobre sus hijos es única e irreemplazable.

Nuestros hijos necesitan personas que les ofrezcan  modelos saludables  de conducta. El papel del padre en ésta tarea es sencillamente esencial. Si el padre está ausente, los hijos buscaran sus pautas de vida en protagonistas de series de televisión, videojuegos, o en compañeros de colegio posiblemente equivocados.

Los jóvenes necesitan modelos de referencia, que les acompañen en la aventura de buscar sentido a sus vidas y les trasmitan valores que les hagan hombres y mujeres del futuro, fuertes y libres.

En cuanto al respeto hacia el sexo femenino, el ejemplo del padre es determinante. Lo mejor que puede enseñar un padre a su hijo es a tratar con delicadeza, cariño y consideración a las mujeres por medio del trato que él mismo de a su esposa. Hay que enseñar lecciones demostrándolas no  contándolas. Asimismo, la resolución de los conflictos conyugales de forma calmada y pacífica por medio de un diálogo respetuoso, constituye un ejemplo de incalculable valor para los hijos, que aprenderán a descartar el uso de la violencia física o psíquica en situaciones de crisis.

Los varones sufren una fortísima crisis de identidad en una sociedad que les hace creer que lo masculino pertenece al pasado, que ahora es el tiempo de las mujeres (y solo de las mujeres). Necesitan reencontrarse a sí mismos lograr el equilibrio entre su desarrollo profesional y familiar; entre su dedicación al trabajo y las labores del hogar; entre su pasión por su profesión y el amor por su familia.

Las soluciones en este sentido pasan por la necesidad de reforzar el papel de los padres en las familias. Es necesario un cambio en la mentalidad femenina. El hombre no es el enemigo a batir. Por el contrario, es el compañero, el complemento, la diferencia que enriquece y equilibra a las mujeres. Y viceversa.

También un cambio en la mentalidad masculina es inevitable y necesario. El proceso de integración de la mujer en el espacio público es necesario e irreversible. Pero para ello es imprescindible, que el hombre asuma su corresponsabilidad para que la mujer no acabe sobrecargada por el mercado laboral y las tareas domésticas.

Y por supuesto es asimismo preciso un cambio en la mentalidad social, empezando por reconocer la importancia del hombre en el hogar y su papel insustituible como padre en la educación y crianza equilibrada de los hijos.

 

No hay un rol paterno único al cual todos los padres debieran aspirar. Lo que sí está claro es que, sea cual sea el rol que asuma el padre, su influencia y presencia es fundamental.

Fundación Chile Unido.

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